El jardín japonés es una auténtica forma de arte japonés, descrito como una escultura, desde sus orígenes antiguos, por los propios japoneses. Combina materiales selectos en ritmos y formas orgánicas, que evocan el espíritu oriental: de sutil belleza, en armonía con el cosmos, imaginativo. Su trayectoria artística se extiende desde el inicio mismo de la civilización japonesa, cultura que nace atada a un estrecho vínculo con la naturaleza: el hombre sumergido en el indomable caos natural se acopla a él con un orden artificial, respetando siempre su lugar en el cosmos. Desde este fundamento, se derivan los componentes de esta cultura: religión, arquitectura, estética.
La experiencia estética evocada por el jardín japonés se sustenta en imágenes, sensaciones y relaciones del pueblo japonés con su tierra, con los del paisaje del archipiélago. Japón se caracteriza principalmente por sus montañas voluminosas y la presencia del agua colándose entre ellas, en forma de ríos, cascadas, lagos y por supuesto el océano. Otros componentes importantes son sus bosques y los paisajes agrícolas que enfrentan al espectador desde la altura.
El jardín surge como una expresión del vínculo con la naturaleza, una idealización de la relación del hombre frente a ella. Recolecta imágenes que evidencian dicha relación y las reproduce en un nuevo lenguaje de rocas y agua, que irá puliendo su gramática y semántica con el tiempo, a medida que incorpora diferentes elementos de la cultura y el paradigma filosófico-religioso.
Así, el jardín se convierte en una materialización de la conciencia japonesa y de su historia, moldeándose según los cambios políticos, sociales e ideológicos. Incorpora la veneración religiosa por la naturaleza del Shintoismo; las imágenes poéticas del periodo Heian; la serenidad, el recogimiento sobre sí, y el vacío de la búsqueda espiritual del Budismo Zen; la sencillez y la búsqueda de la belleza popular en periodo Edo; la magnificencia y el carácter lúdico en el que se esparcían los samuráis. El jardín japonés es ciertamente una obra de arte, cuya tendencia estética refleja la evolución de la cultura.
El diseño se fundamenta en principios, técnicas y elementos específicos, que al combinarlos evocan la un tipo de estética específica según la época. A través de ellos se determina cómo el espectador conocerá el jardín, temporal, espacial y mentalmente. Entre sus principios cardinales esta la estacionalidad, la inspiración en la naturaleza, las fuerzas naturales y artificiales de orden, la idealización conceptual y la expresión personal. Sus técnicas de diseño definen físicamente los principios anteriores. Entre ellas están el simbolismo, el balance asimétrico, la enmarcación de espacios, la incorporación del entorno, el uso de volúmenes, superficies y vacíos, el énfasis y la relación narrativa entre sus elementos, y otros. Los elementos del jardín más comunes son: rocas (circulares o rugosas), riachuelos, estanques, pinos, bambú, puentes y otras plantas estacionales y perenes.
Los jardines japoneses son un legado que afortunadamente hereda la humanidad, que evidencia las sutilezas del alma.